domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 9: Presentarse dignamente ante el Trono del Altísimo



Los agentes divinos del aire, agua y sol, asean, restauran e iluminan las entrañas del cuerpo humano, convirtiéndolo en un Templo, en cuyo Tabernáculo –el corazón- mora Dios.

En verdad os digo, aquel cuerpo defendido por las tres flameantes espadas de esos tres severos Ángeles: aire, agua y sol, quedará tan protegido, que Satanás huirá despavorido de él, porque una morada limpia, aseada, asoleada y perfumada con buenas obras del alma que habita dentro de este cuerpo, significa la muerte de Belcebú, como el caluroso sol significa la muerte para la nieve.
Cuando los tres Ángeles, aire, agua y sol tomen posesión de vuestro cuerpo, completarán el aseo interno hasta en sus últimos rincones y pondrán todo en un perfecto orden, porque reinarán en él con verdadera autoridad de amos y señores.
Entonces, tal como los ladrones huyen precipitadamente de la casa que habían asaltado al verse sorprendidos por la policía, escapándose unos por las ventanas, otros por el tejado y otros por la tapia, de la misma manera huirán, al aparecer estos tres Ángeles guardianes, los demonios que se habían adueñado de vuestro cuerpo, demonios que no son otra cosa que vuestras malas acciones, vuestros errores y pecados que habéis cometido contra la Madre Natura, en prejuicio de vuestro cuerpo.
Huirán por todas las puertas y ventanas, es decir, las impurezas y los tóxicos saldrán afuera de vuestro cuerpo por todos los poros de vuestra piel, por todos los conductores y vías eliminatorias de vuestro organismo. La firme y enérgica escoba barrerá lejos las basuras que ensucian vuestras entrañas, a las que infectan y contaminan con tóxicos y sus malos olores, quedando vuestro organismo, después de este aseo general, inmaculadamente limpio y perfumado como con flores del jardín.
Entonces la sangre de vuestro cuerpo quedará tan inmaculadamente pura, clara y limpia y cargada de vibrante energía vital, como la sangre de la Madre Natura, que es el agua cristalina y pura del espumeante arroyo, que murmurando se precipita de las montañas ofreciéndose a los humanos como la más saludable de las bebidas que la vida les puede ofrecer. Entonces vuestras entrañas quedarán perfectamente aseadas lo cual repercutirá muy favorablemente sobre vuestra salud. Vuestro cuerpo reflejará una vibrante salud y energía vital; vuestro aspecto será saludable, rosada la piel como las lozanas frutas que se asoman de entre las verdes hojas de las arboledas, exhalando aromas como las flores frescas del campo.
Luego notaréis un fenómeno muy grato que ocurre a vuestra cansada vista, que empezará a mejora notablemente. Es que vuestros ojos están unidos por medio de una delicadísima red de nervios, íntima e inseparablemente con el conjunto de todo vuestro organismo y si éste está limpio y sano, también los ojos estarán limpios y sanos, debido a la sapientísima intervención del médico interno, con que cuenta todo organismo vivo. Y al revés, si vuestro cuerpo está sucio, funcionará mal, se enfermará y en consecuencia también vuestra vista funcionará mal, se apagará, seréis miopes y hasta cataratas os podrán aparecer y cegar totalmente vuestra vista, cataratas que no son mas que la acumulación de impurezas en el cristalino o la membrana de vuestros ojos.
En verdad os digo que, estando vuestro cuerpo sucio por adentro, lo será también vuestra vista, porque ella es una parte inseparable del conjunto. En tal estado, ningún elixir, ni remedio alguno, aplicados localmente a los ojos, jamás podrán mejorarlos, al contrario, los empeorarán. Únicamente un prolijo aseo general de todo el cuerpo interno, es capaz de restaurar vuestra vida.
Entonces totalmente depurado vuestro cuerpo, también vuestra alma quedará purificada, porque ella está íntimamente ligada al cuerpo físico. Entonces, los santos Ángeles de la Madre Natura os vestirán con la más blanca de las túnicas, para que os podáis presentar, dignamente, ante el Trono del Altísimo.

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