domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 5: La letra muerta, sin vida, mantiene muerto vuestro corazón


Prosigue Cristo diciendo: Si obtenéis conocimiento sólo a través de las escrituras, que repito, son letra muerta, y no a través de la palpitante naturaleza que es letra viva, en perpetua renovación, estáis muertos en espíritu; sois lámpara apagada por falta de aceite que no da luces de entendimiento, ni lucidez, ni comprensión, por lo cual no poseéis sabiduría ni verdad.

Los escribas y fariseos decían: Maestro, nuestros Padres nos enseñaron a conocer la Ley sólo de las escrituras. De ahí que leer la Ley en las manifestaciones de la naturaleza es algo nuevo para nosotros, ya que no hemos heredado ni aprendido tal interpretación de nuestros mayores. De ahí que te suplicamos que nos enseñes la Ley de que nos hablas porque, aprendiéndola, sumisamente la obedeceremos, seremos sanos y así nos dignificaremos ante Dios.
Cristo les respondió: Habiendo escudriñado vosotros tan sólo las escrituras que son letra muerta, estáis muertos en espíritu, apagado vuestro entendimiento, andáis como ciegos, a oscuras, tropezando. Por lo tanto, no podéis vislumbrar las palpitantes manifestaciones de la naturaleza viviente. En verdad os digo, no habéis ganado nada al escudriñar tan sólo la letra muerta, los libros añejos y rancias escrituras, despreciando el libro abierto de la naturaleza viviente siempre fresca, en perpetua renovación. La letra muerta, sin vida, mantiene muerto vuestro corazón. No hizo surgir en vosotros ningún brote fresco de humana virtud, ningún mérito que adorne vuestra personalidad, que la dignifique ante los ojos del Padre Celestial. Pues leo en vuestras almas tan sólo bajas emociones que os arrastraran a bajas pasiones, a graves pecados contra la moral, como la fornicación, la embriaguez, la glotonería, la mentira, el egoísmo y la avaricia de acumular más y mas riquezas, usurpándolas aun a pobres, viudas, inválidos, ancianos y huérfanos, cuyas almas claman justicia del cielo, para que sean castigados los usureros. Y ¡ay de vosotros escribas y fariseos!, no escaparéis del justo castigo.
El supremo mandamiento dice: no fornicarás… y habéis fornicado; no matarás y habéis matado; no mentirás y habéis mentido; no odiarás y habéis odiado, no sólo a vuestros enemigos sino hasta a vuestros hermanos. ¡Ay de vosotros los fariseos y escribas!, que no escaparéis del justo castigo.
En verdad os digo, vuestro cuerpo está destinado a ser el Sagrado Templo de Dios y vuestro corazón su santo Tabernáculo.
Pero si este templo está desaseado y convertido en una cueva de deshonestas conversaciones y de abominables prácticas, el Señor rehúsa habitar en él.
Si queréis que Dios habite en vuestro corazón y lo acompañe toda la corte celestial, debéis asear prolijamente vuestras entrañas, vuestro Templo, es decir, debéis llevar una vida honesta, altamente pura y moral, sin vicios ni malos hábitos y dedicaros al honrado y esforzado trabajo, al ayuno y la oración.

anterior                 siguiente