Prosigue Cristo diciendo: Si obtenéis
conocimiento sólo a través de las escrituras, que repito, son letra muerta, y
no a través de la palpitante naturaleza que es letra viva, en perpetua
renovación, estáis muertos en espíritu; sois lámpara apagada por falta de
aceite que no da luces de entendimiento, ni lucidez, ni comprensión, por lo cual
no poseéis sabiduría ni verdad.
Los escribas y
fariseos decían: Maestro, nuestros Padres nos enseñaron a conocer la Ley sólo de las escrituras. De
ahí que leer la Ley
en las manifestaciones de la naturaleza es algo nuevo para nosotros, ya que no
hemos heredado ni aprendido tal interpretación de nuestros mayores. De ahí que
te suplicamos que nos enseñes la
Ley de que nos hablas porque, aprendiéndola, sumisamente la
obedeceremos, seremos sanos y así nos dignificaremos ante Dios.
Cristo les respondió:
Habiendo escudriñado vosotros tan sólo las escrituras que son letra muerta, estáis
muertos en espíritu, apagado vuestro entendimiento, andáis como ciegos, a
oscuras, tropezando. Por lo tanto, no podéis vislumbrar las palpitantes
manifestaciones de la naturaleza viviente. En verdad os digo, no habéis ganado
nada al escudriñar tan sólo la letra muerta, los libros añejos y rancias
escrituras, despreciando el libro abierto de la naturaleza viviente siempre
fresca, en perpetua renovación. La letra muerta, sin vida, mantiene muerto
vuestro corazón. No hizo surgir en vosotros ningún brote fresco de humana
virtud, ningún mérito que adorne vuestra personalidad, que la dignifique ante
los ojos del Padre Celestial. Pues leo en vuestras almas tan sólo bajas
emociones que os arrastraran a bajas pasiones, a graves pecados contra la
moral, como la fornicación, la embriaguez, la glotonería, la mentira, el
egoísmo y la avaricia de acumular más y mas riquezas, usurpándolas aun a
pobres, viudas, inválidos, ancianos y huérfanos, cuyas almas claman justicia
del cielo, para que sean castigados los usureros. Y ¡ay de vosotros escribas y
fariseos!, no escaparéis del justo castigo.
El supremo
mandamiento dice: no fornicarás… y habéis fornicado; no matarás y habéis
matado; no mentirás y habéis mentido; no odiarás y habéis odiado, no sólo a
vuestros enemigos sino hasta a vuestros hermanos. ¡Ay de vosotros los fariseos
y escribas!, que no escaparéis del justo castigo.
En verdad os
digo, vuestro cuerpo está destinado a ser el Sagrado Templo de Dios y vuestro corazón
su santo Tabernáculo.
Pero si este
templo está desaseado y convertido en una cueva de deshonestas conversaciones y
de abominables prácticas, el Señor rehúsa habitar en él.
Si queréis que
Dios habite en vuestro corazón y lo acompañe toda la corte celestial, debéis
asear prolijamente vuestras entrañas, vuestro Templo, es decir, debéis llevar
una vida honesta, altamente pura y moral, sin vicios ni malos hábitos y
dedicaros al honrado y esforzado trabajo, al ayuno y la oración.