Cristo explica que todos los componentes del cuerpo humano, es decir, todos los visibles, proceden de
Vuestras
carnes, vuestros huesos, vuestras venas y arterias y la sangre que corre dentro
de ellas, todo esto ha salido de la Madre
Tierra : De sus minerales, vegetales como verduras y frutas,
sus aguas, el aire, el Sol, todo esto lo debéis a la bondadosa Madre Tierra.
La luz de
vuestros ojos, el oír de vuestros oídos, el olfato de vuestras narices, todos
estos dones nacieron de los colores, los sonidos y los aromas provenientes de la Madre Tierra.
La sangre que
os da la vida tiene su origen en el agua, que es la sangre de la Madre Tierra y que la
compenetra íntegramente. Ella llena de mares, lagos y ríos. El sol la evapora
haciéndola subir a la atmósfera como nubes que con sus rocíos matinales y sus
benéficas lluvias hacen crecer la vegetación, las siembras de trigales para
vuestro pan cotidiano.
Esta bendita
atmósfera nos compenetra hasta las profundidades de nuestro ser y nos envuelve
como el agua envuelve al pez, la tierra a la simiente, o al aire a las
avecillas del cielo. Esa bendita atmósfera forma policromas nubes que adornan
los cielos con hermosos paisajes, tornándose a veces, en tempestades con sus ígneos
relámpagos y ensordecedores truenos que estremecen, remueven, reviven y
despiertan la dormida capa terrestre, beneficiándola de múltiples maneras.
Todos los fenómenos de la naturaleza tienen razón de ser, porque son útiles y
necesarios, aunque el hombre, por ahora no lo comprenda.
Esa
bienhechora atmósfera, con las diferentes temperaturas de sus capas, causa
impetuosos vientos que remueven el aire viciado, oxigenándolo con sus frescas
brisas que diseminan el polen, fecundando las flores, haciendo fructificar toda
la vegetación.
Este
primordial elemento de la
Naturaleza –el agua- que, repito, es la vivificante sangre de
la Madre Tierra ,
circula dentro de ella y en todo su contorno, en el aire con sus benéficas lluvias
y rocíos, en las profundidades con sus cristalinas vertientes, dando vida que
palpita sobre la faz de este ameno planeta, llamado Tierra; en sus eternas
nieves, que también son agua, pero sumida en sueño, que adornan los picachos de
los montes, de cuyas alturas ese bendito elemento desciende en puras y
cristalinas gotas que luego unidas con otras gotas, forman surcos, susurrantes
arroyos y riachuelos, para engrosarlos en imponentes ríos, desembocando
finalmente en lagunas, lagos e impetuosos mares.
De cierto os
digo, sois hijos de la Madre Natura ,
de la Madre Tierra ,
porque de ella habéis recibido todo lo que sois, todo vuestro cuerpo material,
igual como habéis recibido vuestro cuerpo celestial de vuestro Padre Celestial.
Este hecho es
tan cierto e innegable, como cierto es que el niño recién nacido es hijo de las
entrañas de su madre carnal.
Polvo sois y
en polvo os convertiréis, porque habéis salido de la Madre Tierra y a ella un día
tendréis que volver, ya que sois una sola unidad con la Madre Tierra , pues ella está en
vosotros y vosotros dentro de ella. De ella nacisteis, en ella vivís y a ella
algún día volveréis, porque vuestro cuerpo materia es y en materia se convertirá.
Guardad por lo
tanto, los sabios preceptos de la Madre
Natura , porque nadie puede alcanzar una perfecta salud y una
larga vida ni ser feliz, sino mediante el fiel acatamiento de los Mandamientos
de la Madre Natura ,
amándola y sirviéndola con todos vuestros esfuerzos, con todo vuestro
entendimiento. Amarla y servirla significa practicar y vivir las grandes
virtudes humanas.
Vosotros estáis
íntimamente ligados a la
Madre Natura , porque vuestro aliento es su aliento; vuestro
pulso es su pulso, vuestras emociones son sus emociones. Vuestra sangre es su
sangre, vuestra carne es su carne, vuestros huesos sus huesos, vuestras
entrañas sus entrañas. También vuestros ojos, oídos y olfatos son sus ojos, oídos
y olfatos.
En verdad os
digo, si con vuestros vicios o malos hábitos ocasionáreis algún daño a vuestro
cuerpo, o a cualquiera de sus órganos, infringiréis gravemente los sabios preceptos de la Madre Natura y os haréis
merecedores de dolorosas sanciones, enfermedades, dolores y sufrimientos.
Porque el
cuerpo que vosotros creéis vuestro, no es vuestro, sino tan sólo prestado por la Madre Natura , como
herramienta e instrumento de evolución, para que vuestra alma con su auxilio
pueda practicar en este Taller del Señor, adquirir experiencia, conocimiento y
sabiduría.
Cuando padecéis
de alguna enfermedad o algún dolor, es señal segura de que habéis abusado de
vuestro cuerpo y desobedecido los Mandamientos de la Madre Natura.
En cambio, si
en cualquier edad gozáis de una perfecta salud, pero ante todo en una avanzada
ancianidad, es señal segura de que habéis obedecido los Mandamientos de la Madre Natura , que ahora os
premia con una larga vida y una buena salud.
De cierto os
digo que si abusáis de vuestro cuerpo estáis infringiendo gravemente contra los
Mandamientos de la Madre Natura ,
y en tal caso no escaparéis del castigo, consistente en graves enfermedades,
achaques, dolores y muerte prematura.
Benditos los
hijos de la Madre Tierra
que sumisamente le obedecen, porque serán mimados y agasajados por ella, otorgándoles
bienestar y felicidad, prosperidad material y espiritual, una buena salud y una
larga vida.
Si estáis
sufriendo graves achaques, enfermedades y dolores, os aseguro que estos males
se os quitarán como por obra de encanto si os incorporáis dentro de las Leyes
Naturales, obedeciéndolas rigurosamente, cual premio por haber vuelto al regazo
de la Madre Natura.
Al incorporarse dentro de la Ley Natural
vuestra ancianidad será plácida, sin achaques ni dolores, gozando de una
perfecta salud y una larga vida, colmada de felicidad y protegida de lo alto.
Es el hijo pródigo
que regresa sumiso al regazo de la Madre
Natura , recibiendo todo cariño y protección de ella; lo
protege de accidentes, asaltos de bandoleros, de picaduras de serpientes
venenosas, de animales feroces, de incendios, inundaciones, malas cosechas,
terremotos y de tantos riesgos y peligros que acechan a los hijos rebeldes que
se mofan de su propia Madre al pisotear sus Mandamientos. Pero, a pesar de esta
rebelión, Madre Natura ama tiernamente aun a sus hijos malos, sacrificándose
para cuidarlos cuando caen enfermos. Es que únicamente la Madre Natura tiene el poder
exclusivo de sanaros si estáis enfermos. Fuera de ella, nada ni nadie en el
mundo puede sanaros, ni el más docto de los médicos con sus remedios milagrosos
y sus menjunjes, porque las medicinas y los remedios jamás curan, ni pueden
curar. Lo único que cura y sana las enfermedades es el estricto acatamiento a la
Ley Natural. Es por este motivo, por
infringir contra las Leyes Divinas, que jamás sabio alguno hallará una droga
milagrosa para sanar una enfermedad.
Bienaventurados
los obedientes y sumisos hijos que aman a la Madre Natura , porque serán
agasajados por ella y protegidos y así, seguros reposarán en su blando regazo.
Porque en verdad os digo, la
Madre Natura nunca deja de amar a sus hijos, sólo que se
entristece cuando ellos la desobedecen, se avergüenzan de ella, o la abandonan.
Grandes es el gozo que ella experimenta cuando el hijo pródigo, sumiso y
arrepentido vuelve a sus brazos. Este es su mayor goce; más grande que las
montañas, más grande y más profundo que el más hondo de los mares.
A tales hijos
arrepentidos, ella los colma con sus bendiciones, con sus dádivas y sus
distinciones. Los cuida y los protege, como la gallina cuida y protege sus
polluelos o la leona sus cachorros. Así, la amorosa Madre Natura afanosamente
protege a sus hijos, los cuida y salva de tantos peligros que en el camino los
asechan, si ellos con absoluta fe y confianza se entregan en sus brazos, tal
como el niño confía en su madre al entregarse sin titubear en sus protectores
brazos.