Pero para
vuestra felicidad, Madre Natura os tiene reservado otro Ángel que os servirá:
el Ángel del Sol.
En verdad os
digo, que los Ángeles del Sol, aire y agua son hermanos inseparables e iguales
en su acción bienhechora.
Exponed completamente
desnudo vuestro cuerpo a los rayos del Sol, empezando por un rato muy corto,
para prolongarlo cada día siguiente.
Durante el
baño haced respiraciones profundas, llenando los pulmones con aire soleado y así
incorporaréis considerable energía solar a vuestra sangre, que os fortalecerá y
depurará vuestros malos olores. Y así como la oscuridad de vuestras entrañas
desaparecerá al incorporar energía solar dentro de vuestro organismo, porque
entonces cada célula que compone vuestro cuerpo vibrará e irradiará una
luminosa aura que reflejará gran vitalidad y vuestra fuerte salud.
Los días de
vuestros ayunos aprovechadlos para tomar baños de Sol, porque con el estómago
vacío podéis tomarlos a cualquier hora; en cambio, con el estómago lleno debéis
tomar los baños de Sol sólo dos horas después de comer y una hora antes de
comer.
En verdad
os digo, no podéis presentaros ante el Trono del Señor, si al Ángel del Sol no
os concede el pase para ello.