Los poderosos Ángeles del aire y del agua ayudados por el poderoso
estimulante del sol, ayudan al hombre a despertar a su aletargado espíritu.
De cierto os digo,
que el Ángel del agua aseará todo vuestro cuerpo, quedando limpio de manchas e
impurezas, hasta las profundidades de los poros. Así como las veloces aguas del
río lavan la suciedad de la ropa, de la misma manera la viva corriente de agua,
limpia y asea vuestro cuerpo de todas las manchas e impurezas. Pues grandes es
el poder del Ángel del agua, cuando no esté estancada y detenida en malolientes
charcos de aguas insalubres, sino corriendo libremente en veloces arroyos y ríos,
donde ella se oxigena, santifica y depura al chocar de continuo con
obstaculizantes rocas y atajantes piedras, para ofrecerse como la más sana de
las bebidas al hombre, prestándole, además, sus dinámicas fuerzas para mover
sus molinos, los cuales muelen el trigo de vuestro pan cotidiano. Pero no es
suficiente que el Ángel del agua os asee sólo exteriormente; el aseo interno es
más importante.
En verdad os
digo, así como el Ángel del agua asea y estimula el cuerpo externo, de esta
misma manera el agua fresca y pura, refresca y asea el cuerpo interno. Debéis
beberla en abundancia y preferirla ante cualquier otra bebida, pues el agua es
preparada por Dios y jamás puede ser superada por ninguna bebida artificial
hecha por el hombre.
El agua pura
cristalina no sólo os apaga la sed, sino también os alimenta y estimula por los
numerosos ingredientes que contiene. Además, os refresca, lava y asea vuestros órganos
digestivos, normalizando la fiebre interna, estimulando la digestión y la
pronta evacuación.
Esta
explicación os convencerá: más importante es el agua pura y fresca por dentro
que por afuera, pues, las impurezas internas del cuerpo son mucho mayores que
las externas. De allí que aquel que sólo asea el cuerpo exterior y deja sucio
el interior, se asemeja a aquellos sepulcros blanqueados, limpios por afuera y
sucios por dentro, llenos de inmundicias y abominaciones.
Pues, es
preciso que el Ángel del agua os bautice tanto por afuera como por adentro,
para que estéis completamente limpios y libres de focos infecciosos, causantes
de graves enfermedades. Es muy convincente, pues, que periódicamente os hagáis
lavados intestinales mediante delgados caños o sondas, unidos a un recipiente
colgado en lo alto, por donde el agua penetre con facilidad dentro de vuestras
entrañas. El agua debe ser limpia y si es posible entibiada al sol. Puede agregársele
un podo de miel de abejas que es muy curativa y desinfectante por ser el
extracto de hierbas medicinales. Para facilitar la penetración de la sonda en
el orificio del recto, conviene aceitarla con óleo o untarla con grasa.
Dejad
permanecer el agua un buen rato adentro del intestino para que alcance a
ablandar, aflojar y despegar los excrementos adheridos a las superficies
intestinales, suplicando al Ángel del agua para que asee prolijamente vuestras
entrañas y desaloje de ellas todas las impurezas que, al permanecer adentro,
infectarían toda vuestra sangre, vuestros órganos mas nobles, que no tardarían
en funcionar mal, ocasionándoos enfermedades, dolores y una muerte prematura.
Luego dejad
que el agua se desaloje de vuestras entrañas y arrastre consigo todas las
malolientes inmundicias.
Entonces,
asombrados, podréis contemplar con vuestros ojos y oler con vuestras narices
las abominables inmundicias que ensuciaban vuestras entrañas.
Aprovechad los
domingos para ayunar y ese día repetid el lavado intestinal, pues éste es el
secreto de una larga vida, de una plena salud hasta la más avanzada vejez y de
una inefable felicidad. Si observáis que las eliminaciones son malolientes y
sucias, debéis repetir el lavado, hasta que la eliminación salga clara, limpia
y sin mal olor.
Luego,
arrodillaos agradeciendo al Señor por haberos enviado al Ángel del agua, el
cual os ha librado de vuestro desaseo interno y externo, lo cual quiere decir
que el Señor tuvo misericordia con vosotros y que os ha perdonado vuestros
pecados que habéis cometido contra la Madre
Natura. Así, limpios y depurados de cuerpo y alma, el Ángel
del agua os concederá plácidamente el pase, para que podáis presentaros
dignamente ante el Trono del Altísimo.
Si tenéis la
fuerza de voluntad de ser perseverantes en vuestros propósitos de no pecar más
contra la Madre Natura ,
los divinos Ángeles del aire y del agua os servirán durante toda vuestra vida,
la que se desenvolverá plácidamente, gozando de una buena salud, de
prosperidad, de una larga vida y de una inefable dicha de vivir.