En verdad os
digo que, únicamente, con la irremplazable ayuda de la Madre Natura , es decir, con el
Naturismo integral, podéis alcanzar la suprema meta de vuestras aspiraciones,
que es la unión con el Gran Todo, con Dios.
Esto lo
comprenderéis más fácilmente al contemplar y analizar vuestro propio crecimiento.
Recién nacidos, vuestra amorosa madre se hace cargo de vuestra crianza. Os
amamanta, asea, baña y envuelve en pañales, os mece en la cuna, enseñándoos a
andar los primeros pasos.
Cuando ya
crecidos, vuestro padre se hace cargo de vosotros, os lleva consigo a sus
faenas, ya sea al campo o a su taller, y os enseña, tal como a él, a su vez, le
enseñó su padre, para que seáis expertos y hábiles en los trabajos que él hace.
Y cuando el
padre se convence de que sus hijos aprendieron sus lecciones y ejecutan
correctamente sus trabajos, les entrega sus posesiones y propiedades, en
heredad permanente, para que continúen la obra de su padre.
Algo parecido
sucede a los hijos del Padre Celestial. La Madre Natura los cría, cuida de
ellos y les enseña, alecciona, los premia y los castiga. Y cuando ya grandes
los entrega al Padre Celestial para que se haga cargo de ellos, el Divino Padre
los manda a Su taller, Su escuela, que es toda la superficie de este planeta. Es
la Universidad
del Padre Celestial en la cual El educa y gradúa a Sus hijos. Y cuando ellos
demuestran poseer la suficiente preparación y madurez, les entrega Sus
posesiones en el infinito espacio cósmico, para que sigan la obra de su Padre
Celestial, llegando por este camino, a sus más anheladas aspiraciones que son
la unión del hijo con el Padre Celestial. Tal es la culminación de la sabia Ley
de la evolución humana, que asegura que la cadena de la vida jamás se corte o
interrumpa, sino que siempre gloriosa y triunfante, siga eternamente.
Y bendito el hijo
que, sumisamente, obedece a su madre, siguiendo, fielmente, sus consejos y
lecciones, porque así, más pronto se acercará a su Divino Padre.
Y bendito el
hijo ya adolescente, que sumisamente obedece a su padre y cumple con sus sabios
consejos de ser un asiduo trabajador, un ciudadano modelo, recto y honrado,
servicial, caritativo, bondadoso y noble. Pues así el hijo cumple con el
principal mandamiento: honrar a su padre y a su madre, para que en premio, viva
muchos años y la prosperidad y felicidad lo acompañen.
Una vez más os
exhorto a que, en cumplimiento de este gran mandamiento, obedezcáis y honréis
siempre a la Madre Natura ,
respetando sus sabias leyes. Este es el único camino de aseguraros una larga
vida, llena de felicidad, prosperidad y bendiciones del Cielo.
Al honrar
vosotros a vuestra Madre Natura, de este modo queda honrado el Padre Celestial,
que complacido os observa desde Su altísimo Trono, enviándoos Sus bendiciones.
Tened presente
que el Padre Celestial es el máximo poder del mundo. Es el mayor de todos los
padres y la Madre Natura ,
la mayor de todas las madres.
En verdad os
digo, más aman el Padre Celestial y la Madre
Natura a Sus hijos, que los padres humanos, padres carnales,
son capaces de amaros. En verdad os digo, inmensamente más sabias son las
palabras del Padre Celestial y los Mandamientos de la Madre Natura , que las palabras
y leyes de los hombres y de las madres de esta Tierra. De allí que inmensamente
mayor es la herencia que el Padre Celestial y la Madre Natura tienen reservado
para sus obedientes hijos en el Reino de los Cielos, que la herencia que los
padres humanos pueden dejar a sus hijos en esta Tierra.
También os
exhorto, amad a vuestros hermanos, advirtiéndoos que vuestros verdaderos
hermanos son los que cumplen con los mandamientos y la voluntad del Reino
Celestial y de la Madre Natura ,
y no aquellos que se mofan de sus leyes y las desprecian, aunque estos hermanos
fuesen vuestros hermanos carnales.
Repito,
vuestros verdaderos hermanos no son vuestros hermanos carnales, sino los que
cumplen con la Ley ,
es decir, con la voluntad del Padre Celestial y de la Madre Natura. Estos hermanos
espirituales os amarán mucho más sinceramente que vuestros propios hermanos
carnales, rebeldes en cumplir los mandamientos del Señor. Porque desde los días
de Caín y Abel, en que los hermanos de sangre quebrantaron la Ley de Dios, fue quebrantada
también la verdadera hermandad de sangre. Ahora los hermanos de los mismos
padres se suelen odiar, aborrecer y tratar peor que a extraños.
Por lo tanto,
os exhorto, amad mucho más a vuestros hermanos espirituales que cumplen con la
voluntad de Dios, que a vuestros hermanos carnales que no la cumplen.