La suprema Ley de la vida, la Ley del Amor,
convertirá esta
Tierra en una Estrella de Amor.
En verdad os
digo, la ley del Amor es la más grande y la principal de todo el universo. A
ella está sometido todo lo que es y existe. Dios es todo amor y Madre Natura es
amor y sus hijos también son amor.
Todo el
universo, la Tierra ,
lunas, soles, estrellas, astros, todo esto es una unidad inseparable, porque sólo
debido a esta unidad puede existir y tener vida el universo, igual que vuestro
corazón, estómago, hígado, pulmones, la sangre, la carne, los huesos, todo esto
es una sola unidad inseparable, para poder existir y tener vida vuestro cuerpo,
siendo Ley del Amor, que hace posible esta unidad.
Es que el
Padre Celestial, los Arcángeles, los Ángeles, todas las jerarquías celestes y
toda la humanidad que vive en esta tierra y en los planetas, son una sola
unidad, aglomerada por la potente atracción y cohesión del magneto amor. El
Padre vive en los hijos, los hijos viven en los Padres. El uno no puede existir
sin el otro. El Padre existe porque el hijo existe y el hijo existe porque
existe el Padre.
Siendo Dios
amor, lo es también el hombre, porque el espíritu del hombre es una partícula
de Dios. Para poder actuar el espíritu del hombre en la materia, en el plano físico,
se reviste de la materia del plano en que desea actuar. Así, al querer actuar
en el plano de esta Tierra, se reviste de un cuerpo compuesto de materia
terrestre, que, en su integridad, se compone de substancias de la Madre Tierra.
Siendo, pues,
el amor ley suprema, cumplid con ella con todas vuestra fuerzas y con todo
vuestro entendimiento. Amad al Padre Celestial como Él os ama a vosotros, y
amad al prójimo como a vosotros mismos, pues amar al Padre Celestial, significa
amar al prójimo.
Amad también a
vuestra Madre Natura, tal como ella os ama a vosotros, porque ella os crió, os
amamantó, os enseñó a andar los primeros pasos en esta vida y os proporcionó
todo lo que sois.
Amad también a
toda la humanidad, cualquier color que tenga su piel y a cualquier nación a que
pertenezca, porque esto se llama amar a Dios y a la Madre Natura. En verdad os digo,
cuando los hombres de esta Tierra se amen mutuamente, como Dios os ama, habrá
bajado el cielo a esta Tierra, que ya no será el Valle de lágrimas, sino el
Valle de dicha y de intensa alegría de vivir. Porque desaparecerá todo odio,
toda maldad, las luchas y la guerras y prevalecerá la paz porque existirá la
buena voluntad entre los hombres. Cada individuo, para demostrar palpablemente
su buena voluntad y para cumplir con la
Ley del amor, buscará la manera de cómo hacer un favor al prójimo,
a un vecino, a un amigo, y aún más, a un enemigo. Buscará de agradarlo, de
hacer un servicio desinteresadamente, con lo cual esta tierra se convertirá en
una estrella de amor.
Entonces los
hombres se habrán espiritualizado, con lo cual, muchos de ellos adquirirán dones
sobrehumanos, porque con su comportamiento habrán despertado algunos órganos
internos, que, latentes, dormitan en todo cuerpo humano, esperando que la
madurez del alma los despierte y se sirva de ellos, como por ejemplo, la visión
astral, que permite ver a los muertos y conversar con ellos. Los más avanzados
tendrán libre acceso al mundo del más allá. Vivirán tanto en este mundo como en
el otro. Debido a su avanzada evolución, después de su muerte no necesitarán
volver a esta tierra en la que ya habrán aprendido todo. Entonces seguirán su
evolución en el plano superior de la vida, llamado Cielo. Gozoso el Padre
Celestial los recibirá como miembros permanentes del cielo y les entregará la
heredad que les tenía reservada en Sus infinitas posesiones del interminable
espacio cósmico.
Porque por
amor cría el Padre Celestial a Sus hijos; por amor les enseña y los prepara
para la vida superior, la vida del más allá. Por amor los acoge en Su Reino y
por amor les concede una sempiterna vida, dicha y gloria. Porque el amor es el
motor que mueve todos los mundos. Es el más potente y el más seguro de los
motores que nunca fallan, porque es el único motor de eterno y perpetuo
movimiento.
Para que tengáis
una visión más completa de esta vida, os di un somero vislumbre del más allá.
Sin duda son enigmas para vosotros, que sólo comprenderéis más adelante.
Mientras tanto sólo necesitáis fe, mucha fe y creer en mis palabras, porque
como portavoz del Padre Celestial, sólo palabras de verdad pueden brotar de mis
labios.
En verdad os
digo, cuando estéis en presencia del Padre Celestial se os caerá la venda de
vuestros ojos y entonces comprenderéis los misterios de la Tierra y de los Cielos.
Entonces ya no necesitaréis fe, ya que ésta será remplazada por la convicción
personal de lo que antes tan sólo habéis creído y puesto vuestra fe en ello.