domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 35: Según lo que comáis, así será vuestro carácter



Muy importante es el número de comidas que os sirváis durante el día. Es aconsejable comer tres veces al día, para disminuir poco a poco las raciones a dos comidas, para finalmente, llegar a una comida diaria, que es el ideal de la alimentación del hombre. Tal régimen asegura una perfecta salud y una verdadera dicha de vivir durante más de cien años.

En verdad os digo, según lo que comáis, así será vuestro carácter, es decir vuestro comportamiento, vuestras acciones y reacciones en vuestro diario vivir. Si coméis carne, que son cadáveres en cierto grado de descomposición y putrefacción, animalizaréis vuestro carácter, porque esa carne está impregnada con las emociones de ese animal muerto. Estas emociones bajas contagian vuestros sentimientos, rebajándolos insensiblemente a un nivel que acerca al mundo animal. Es un mundo triste, penoso, pues endurece vuestro corazón, haciéndoos capaces de odiar, envidiar, insultar y aun herir y matar al prójimo, convirtiéndoos en criminales, en pesimistas, egoístas, avaros, materialistas ateos, sin Dios ni Ley.
En cambio, si coméis comida viva, como los es la vegetariana, humanizáis vuestro carácter, ascendiendo a niveles superiores de cultura, pues os acercaréis al mundo Divino, que es todo alegría, belleza y amor. Tan elevadas emociones dignifican vuestra conducta, haciéndoos incapaces de odiar, envidiar, insultar y menos aun, de herir o matar. Todos vuestros actos serán nobles, pues seréis caritativos, honrados, rectos y veraces, ciudadanos modelos, serviciales hasta la abnegación, pacifistas, espiritualistas, creyentes en Dios y obedientes de Sus Mandamientos, pues así de radical y decisiva es la influencia y el poder del alimento sobre el carácter y la conducta del hombre.
Pero aun comiendo alimento vivo podéis alimentaros mal, si no sabéis comer, por lo que se hará necesario el daros algunas instrucciones acerca del correcto comer.
Debéis comer con el convencimiento de que coméis para vivir y no vivís para comer. No deberéis ser amigo de la gula. Seréis parcos en comer. Nunca comáis hasta repletar vuestro estómago. La regla áurea en el comer es quedar siempre con algo de hambre. Tres veces al día comeréis; al salir el Sol, al elevarse al punto más alto y al ponerse. Fuera de estas horas no comáis ni el más ligero bocado, pues este bocado significaría comer por vicio. Comida fuera de la hora, os caerá mal, porque interrumpe el proceso digestivo de la comida anterior, tornándose toda indigesta. Además, comer desordenadamente fuera de hora significa glotonería, que la Ley Divina castiga severamente. Debéis procurar comer tan sólo dos veces al día, eliminando la primera comida de la mañana, para llegar finalmente al ideal de la alimentación humana, que es comer tan sólo una vez al día, cuando el sol está en el cenit.
Si tenéis indigestión, dolor de estómago o de cabeza, o no tenéis apetito, no debéis comer las comidas siguientes, sino ayunar, hasta que el estómago se componga y desaparezca el dolor de cabeza. Para componer el estómago sólo beberéis agua pura, pero no hay inconveniente en agregarle algo de miel o jugo de limón. Esto refresca vuestras entrañas y las desinfecta, siendo la miel altamente curativa, porque se compone de flores medicinales. El calor del estómago, que significa fiebre interna, combatidlo tomando abundante agua fresca, pues el fuego se apaga con agua. Aparte del agua, no tomaréis otro remedio para el estómago, ya que vuestro médico interno elaborará dentro de vosotros el remedio preciso para curar vuestro mal. Todo remedio que un curandero os puede proporcionar es desacertado y tan sólo perturba la acción curativa y sanativa de ese sapientísimo médico interno. Vosotros no podéis ver a este médico, pero podéis admirar su maravillosa obra al cicatrizaros una herida.
El régimen alimenticio mencionado, junto con el ayuno, lejos de debilitarlos, os fortalecerá, asegurándoos una sólida salud hasta vuestra avanzada vejez. Pues el Padre Celestial, autor de vuestro cuerpo, sabe perfectamente el número de comidas que os conviene y las cantidades que necesitáis para manteneros sanos, en una perfecta salud física, mental y espiritual.
Comed con preferencia las frutas y los vegetales de la época que se dan en vuestros huertos y campos, pues ésta es la más adecuada alimentación, de acuerdo con la zona y época en que vivís.

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