Cristo enseña que el pan integral, con
la cáscara del grano, es más sano, pues asegura una buena digestión,
asimilación y evacuación.
Al callar
Jesús, uno de los asistentes preguntó: Maestro, ¿por qué a veces el pan cae
mal, produce dolores de estómago y detiene la digestión y evacuación?
Jesús contestó:
Esto se debe a muchas causas. La principal es la ignorancia del que así sufre.
Pues el pan preparado en forma como os enseñé, no provoca tales trastornos,
porque tiene todos los ingredientes necesarios para producir una perfecta
digestión, asimilación y evacuación. Para que comprendáis mejor, echemos una
mirada con vuestra imaginación al interior de los órganos digestivos. Asomémonos
al interior de vuestra boca, donde el pan es triturado por vuestra dentadura.
Allí debe ser insalivado lentamente y con toda prolijidad, hasta que el bocado
alcance a licuarse y tomar un gusto grato al paladar. Durante este proceso la
saliva disuelve el bocado espeso en uno semiespeso, que, poco a poco, se va
escurriendo por la garganta al estómago, donde se efectúa la digestión y
mutación del alimento en sangre y fuerza vital. Mientras más prolija sea la
masticación en la boca, tanto más fácil y más perfecta será la digestión y
asimilación en el estómago. Jamás debéis engullir un bocado sin triturar,
insalivar y masticar prolijamente, para evitaros trastornos digestivos y
aseguraros una buena digestión con el aprovechamiento total del bocado en
vuestra nutrición. Pero, aun los alimentos blandos, los semiblandos y los líquidos,
como por ejemplo, la leche, los debéis insalivar prolijamente revolviéndolos en
la boca antes de engullirlos, porque solamente así, el organismo los puede
aprovechar en toda su integridad, convirtiéndolos en salud y fuerza vital.
Del estómago
pasa el bolo alimenticio a los intestinos, donde gracias a la cáscara del
grano, se forma una coherente armazón, dando una consistencia esponjosa y
semicompacta al bolo, el cual, de esta manera, mantiene abierta la cavidad del
intestino, contribuyendo a una pronta asimilación y evacuación. Es preciso
advertir que, sin esta cáscara, no se alcanzará a formar dentro de los
intestinos ese bolo semicompacto, sino tan sólo una masa semilíquida, que se
pega y adhiere a las paredes intestinales y no avanza para adelante, hacia la
evacuación, por mucho que el intestino empuje para evacuar este engrudo
pegajoso, produciéndose por este motivo, fermentación y putrefacción en los
intestinos, fétidos gases, indigestiones, dolores y un estreñimiento crónico.
Además, la cáscara del grano con el que amasó el pan, tiene que cumplir otro
importante rol, contribuyendo, eficazmente al buen funcionamiento intestinal.
En su paso a través de los intestinos, la cáscara desempeña el rol de rastrillo
que, cual escoba, raspa y barre y pule, limpiando prolijamente la pared
intestinal, dejándola aseada de adherencias y residuos alimenticios. Esto tiene
una importantísima consecuencia, pues produce una sangre limpia y pura y, además,
una normal y pronta evacuación, sin almorranas y sin estreñimiento. La cáscara
del grano contiene además, esencias oleaginosas, cuyo rol es aceitar las
paredes intestinales, dejándolas suaves y resbaladizas, para asegurar una fácil
y placentera evacuación. Este óleo balsámico es, además, antiséptico, curativo
y desinfectante, que cura, cicatriza y sana posibles irritaciones,
ulceraciones, lesiones y almorranas. Al pasar por la boca el mencionado óleo
antiséptico desinfecta la cavidad bucal, hace segregar saliva, tan importante
para la digestión normal, dando un gusto grato al paladar así como un aliento
agradable.
La cáscara del
grano, a su vez, raspa suavemente la dentadura sin dañarla, quedando ésta
blanca y brillante, sin picaduras, ni caries, ni dolores de muelas para toda
vuestra vida. También impide este óleo antiséptico, la fermentación y
putrefacción de los alimentos en los intestinos evitando así las altas
temperaturas intestinales, o sea, la fiebre interna. Con este óleo antiséptico
los intestinos quedan perfectamente desinfectados, sin producir malos olores, lo
cual permitirá también una evacuación sin mal olor. Cuando una evacuación huele
mal, es síntoma seguro de que en las entrañas de donde procede, todo huele mal,
a causa de la fermentación y putrefacción de los alimentos impropios o
incompatibles entre sí, o mal insalivados. Esto amenaza vuestra salud, porque
envenena vuestra sangre, con gérmenes patógenos, causantes de infecciones,
irritaciones, úlceras, almorranas, tumores cancerosos, etc.
Tal como
ciertas aves acuáticas, cisnes, patos, gansos, etc., aceitan con su lengua
prolijamente sus plumas con un óleo que segrega una glándula, lo cual permite
que sus plumas no se mojen o se llenen de barro cuando se sumergen en sucios
pantanos o lodos (emergiendo siempre inmaculadamente limpias), de la misma
manera, ese óleo contenido en la cáscara de los granos, unta y aceita las
paredes de las vías digestivas, convirtiéndolas en contrarias a la adhesión de
los alimentos, residuos o excrementos, permaneciendo así, siempre aseado el
organismo digestivo y abiertos los poros de dichas paredes para el paso a la
sangre de las substancias nutritivas, lo cual permite mantener una sangre
inmaculadamente limpia y pura, siendo esto de por sí la base fundamental para
una buena salud.