Cristo profundiza sus explicaciones
acerca de los alimentos, y el por qué los cocidos están muertos, sin vida; la
vida sólo viene de lo vivo.
Jesús prosigue
diciendo: El Mandamiento de <no matarás> comprende también el no matar
los alimentos que han sido servidos para nutriros y daros, además de la fuerza
muscular, también la fuerza mental, con una mente clara, despejada, que capta
fácilmente la comprensión y la inventiva. Debéis pues, comer alimentos vivos,
porque ellos os vivificarán el cuerpo y el alma, agudizando el espíritu y, en
resumen, os darán fuerza física e intelectual. Los alimentos vivos os quitarán
el aburrimiento, el mal humor, el mal carácter y el pesimismo, introduciendo un
sol dentro de vuestras entrañas que al apagado le da lucidez, al triste la
alegría, al terco la cordialidad y jovialidad, al rencoroso y odioso lo
convierte en un amistoso, sincero y servicial amigo, el pesimista, en
optimista, en fin, el alimento vivo da vida y alegría de vivir. En cambio los
alimentos muertos os introducirán una sombría noche en vuestro cuerpo, apagándose
la vista espiritual, veréis todo oscuro, puras tinieblas, tornándoos
pesimistas, aburridos, de mal humor, agresivos, hirientes, guerreros, que no
dejan vivir en paz a los vecinos; finalmente, os enfermarán haciéndoos sufrir
dolores y ocasionándoos una prematura muerte.
Es que una
sabia Ley de la Madre Natura
dice: La vida sólo viene de lo vivo y la muerte viene de lo muerto. Es que todo
lo que mata vuestro alimento, mata también vuestro cuerpo, y todo lo que mata
vuestro cuerpo mata también vuestra alma, oscurece la mente y sepulta el espíritu.
Por lo tanto no comáis nada que el fuego, la escarcha o el hielo hayan destruido,
porque los alimentos quemados, asados, helados o podridos, quemarán también
vuestro cuerpo, os helarán la sangre y os marchitarán como un árbol regado con
agua hirviendo. No seáis como aquel agricultor insensato que sembró trigo hervido.
No salió nada y perdió la siembra. Sed como el agricultor sensato que sembró
semilla viva, que luego brotó en vigorosas plantas y gordas espigas,
produciendo ciento por uno. Comed pues alimento vivo, como son todas las frutas
de las arboledas, los vegetales del huerto y la leche fresca de los animales,
sin hervirla, porque la inmensa sabiduría del Señor creó vuestros cuerpos y
también los alimentos adecuados para alimentarlos. Porque todas las frutas en
su estado maduro son más sanas si se comen crudas. Es que el Creador es el
mejor cocinero que cocina todo al calor del Sol, que no quema los vegetales,
sino tan sólo los vitaliza, los tuesta y dora, cargándolos de energía solar, la
cual se convierte en energía vital, que impulsa vuestros cuerpos, haciéndolos
fuertes y resistentes.
Los elefantes,
los camellos, toros, etc., que son los animales más fuertes que pisan la Tierra y que comen
generalmente pasto crudo, ¿no son acaso una confirmación de esta verdad?