domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 20: Cómo conquistar una perfecta salud, prosperidad material y espiritual



El Divino Maestro explica cómo el ayuno, la oración, la alimentación vegetariana y además, la fe y el recto vivir, ayudan poderosamente al hombre a conquistarse una perfecta salud, prosperidad material y espiritual y una intensa dicha de vivir.

Y había muchos otros enfermos que, a pesar de sus ayunos y oraciones, seguían con sus achaques, sufriendo horribles dolores. Pero llenos de fe en las promesas de Jesús, perseveraron en sus ayunos y oraciones. Algunos de estos enfermos tenían el mal en la cabeza, por lo cual sentían vértigos, que les hacían caer al suelo, cada vez que intentaban levantarse para acercarse a Jesús.
Entonces, Jesús, lleno de compasión, se acercó a ellos para consolarlos, diciéndoles que si seguían con plena fe ayunando y orando, su curación se produciría con seguridad.
Entonces, uno de los postrados, expresando su desaliento, decía: Maestro, habiendo sanado tantos otros, ¿por qué nosotros seguimos enfermos, a pesar de que hemos ayunado, orado y nos hemos bautizado?
Cristo respondió: Vuestro mal es más grave que el de los que ya han sanado, porque habéis pecado más tiempo; más tiempo habéis desobedecido los Mandamientos de la Madre Natura, por lo cual ahora, también más tiempo tenéis que sufrir enfermos. Pero no os desaniméis, tened fe y perseverad en vuestros ayunos y oraciones, pues, por este único camino podéis recuperar la salud.
Para que comprendáis la necesidad e importancia del ayuno y de la oración para vuestra curación, os explicaré de qué manera obran estos bondadosos y benéficos Ángeles, agentes ejecutores de la voluntad de la Madre Naturaleza. Al ayunar se modifica toda la economía funcional dentro de vuestro organismo, orientándose hacia una total curación y limpieza de vuestras entrañas. Los millones de células de que se compone vuestro cuerpo y cuya misión corriente es transformar el alimento en energía vital, estas células, al no recibir alimento se dedican a curar y reparar los órganos enfermos. Otras células se dedican al aseo de la sangre, de los tejidos y órganos y de todas vuestras entrañas. Las células aseadoras proceden a eliminar y barrer fuera del cuerpo por las puertas y vías naturales, las basuras acumuladas en vuestro interior. Pero si las cantidades de basuras son excesivas, entonces abren puertas de escape adicionales en la superficie de la piel, consistentes en granos supurantes, úlceras, llagas, apostemas, etc., por donde dan salida a este exceso de sustancias extrañas. De manera que dichas llagas, úlceras y manchas, no constituyen una enfermad en sí, sino que representan un proceso eliminatorio, depurativo, curativo y de saneamiento del cuerpo interior, promovido por el sapientísimo médico interno, que todo organismo tiene en su interior. No estorbando con medicamentos a este maravilloso médico, se obtienen las más admirables curaciones. Cuando este médico ha terminado su obra curativa y depurativa, dejando sanas y limpias las entrañas, procede a cerrar las puertas de escape de la piel –úlceras, llagas, etc.,- que luego se cierran y cicatrizan en una piel lisa y lozana.
Tal es la maravillosa obra del sapientísimo médico interno, uno de los Ángeles de la Madre Natura, que espontáneamente limpia y cura prolijamente vuestras entrañas, sin curanderos, ni médicos, ni medicinas.
Toda esta maravillosa restauración de vuestro cuerpo ha sido posible debido a que os habéis sometido a un riguroso ayuno. De manera que el Ángel del Ayuno ha terminado exitósamente su misión y vosotros podéis empezar a comer de nuevo.
Empero, los primeros días después de un prolongado ayuno, comeréis muy poco, para aumentar poco a poco la ración cada día siguiente, hasta llegar a la normal.
Después de haberos explicado la importancia que ejerce el ayuno en vuestra curación, os explicaré la importantísima función que desempeña la oración en el restablecimiento de vuestra salud. Al orar fervientemente, lanzáis luminosos rayos que conectan vuestra alma con Dios, la gran Alma Cósmica, que todo lo abarca y que es un vibrante núcleo de sabiduría, energía vital, dinamismo, fuerza, salud, bondad y amor.
Si vuestra ferviente oración es sostenida y la acompañáis con el recto vivir y además con buenas obras de caridad, bondad y amor, dentro de una inquebrantable fe, entonces vuestra alma se identifica con Dios y Él se une, y por este conducto fluye a raudales de ese gran depósito de salud, un torrente de energía vital a vuestro escuálido cuerpo, cargándolo de vitalidad, fuerza y vigor, lo que prontamente restaura vuestra salud, tanto del cuerpo como del alma. De esta manera quedaréis persuadidos de la inmensa importancia de la oración acompañada de buenas obras y del recto vivir.

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