domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 18: El libro de la vida



Los pensamientos que emite el cerebro humano, automáticamente se graban en el libro de la vida que cada hijo de Dios tiene abierto en la eterna memoria de la Naturaleza, donde pueden ser consultados aun después de miles de años y así saber el hombre cómo en ese tiempo remoto obró, pensó y vivió.

Felices los que no desmayan en el camino de su perfeccionamiento y con paso firme y resuelto marchan hasta la meta triunfal, para recibir los laureles de la victoria. Todas las caídas y levantadas que habéis experimentado en esta penosa marcha y todos vuestros errores y aciertos, quedan grabados para siempre en la memoria de la naturaleza, como eterno recuerdo indeleble de vuestra conducta durante vuestras pasadas vidas.
Están grabados en vuestro propio cuerpo y vuestra alma que, como un libro abierto, están expuestos a la mirada del Señor que, con pasmosa fidelidad, lee en ellos toda la historia de vuestras pasadas vidas. Aun vuestros pensamientos más secretos se graban automáticamente en dicho libro de la eterna memoria, donde indelebles, perduran los siglos de los siglos, desde el principio del mundo hasta la eternidad de los tiempos.
De allí, que cuando os presentéis ante el Padre Celestial –lo que sucederá inevitablemente cuando os muráis aquí en la Tierra-, Su escudriñadora mirada leerá en este libro vuestro pasado comportamiento, alegrándose de vuestras buenas obras y entristeciéndose ante vuestras caídas, vuestras malas acciones. Tan perfecta es la exactitud de las anotaciones de vuestro libro de la vida, que no se escapa ni el más mínimo detalle. Podéis escapar a la justicia humana, pero a la justicia Divina no escaparéis jamás. Pero si os arrepentís a tiempo de vuestros pecados y solícitos buscáis a los bondadosos agentes de la Naturaleza, que son los Ángeles tutelares de la Madre Natura, como los Ángeles del Sol, aire, agua, Ayuno, Oración, etc. Y si practicáis las grandes virtudes humanas basadas en el amor, entonces, automáticamente, se os borrarán los estigmas de vuestro cuerpo y vuestra alma y las consiguientes anotaciones de vuestro libro de vida.
Por cada día que ayunéis, no comiendo absolutamente nada, sino bebiendo agua pura y acompañando vuestro ayuno con fervientes oraciones pidiendo perdón por vuestros pecados y ayuda al cielo para no pecar más, se borrará un año de vuestra cuenta de pecados anotados en vuestro libro de la vida. Y cuando haya sido borrada hasta la última página de vuestras pecaminosas anotaciones y se hayan limpiado todos los estigmas que manchaban vuestro cuerpo y vuestra alma, entonces habrá un gran regocijo en el cielo, porque seréis recibidos en audiencia especial por el Padre Celestial.
El Padre Celestial experimentará una gran alegría en Su corazón, al ver que el hijo pródigo vuelve arrepentido y sumido al hogar paterno. Lo recibirá con todos los honores y se regocijará inmensamente al leer en vuestro Libro de la Vida, cómo habéis triunfado sobre todos los escollos que os impedían trepar hasta vuestra celestial morada y cómo habéis borrado hasta el último pecado anotado en ese libro. Entonces el Padre Celestial premiará vuestro esfuerzo, otorgándoos una larga vida en esta Tierra, sin enfermedades ni dolores, sin achaques ni sufrimientos, además, una imperturbable paz y una inefable dicha.
Todo os saldrá bien, porque Dios os enviará Sus Ángeles del cielo y Sus agentes de la Naturaleza, para que os cuiden de todo mal y os procuren todo bien posible. Y si en seguida os dedicáis a ejecutar obras de bien público y también al prójimo, entonces el Altísimo os ascenderá en jerarquía al rango de servidores auxiliares divinos, gozando de dones y poderes especiales.
Y después de morir aquí en esta Tierra, seréis admitidos para siempre en el Reinado de los Cielos, donde gozaréis de una inefable dicha y una vida eterna. Felices aquellos que, con perseverante empuje y tenaz esfuerzo, se conquistan el derecho de entrar en el Reino de los Cielos, porque ahí no hay sufrimiento, ni enfermedades, ni dolores, ni vejez, ni muerte, sino una vida eterna, una perfecta salud y una plena alegría de vivir.

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