En verdad os
digo, grandes y numerosos son los pecados y las ofensas que habéis cometido al
desobedecer a la Madre Natura.
Durante años habéis pecado en vergonzosas francachelas contra la decencia y la
moral, es decir, contra las Leyes Naturales de la vida. Habéis vivido en
desacuerdo con estas leyes, al gozar de glotonerías, embriagueces,
fornicaciones y en tantos otros vicios que sería largo nombrar. De esta manera
habéis manchado vuestra alma y envenenado vuestro cuerpo, convirtiéndolo en una
piltrafa, debido a las múltiples enfermedades que habéis contraído a causa de
vuestros vicios.
Ahora, tenéis
que sufrir las consecuencias de vuestros errores y pecados cometidos contra
vuestra Madre Natura.
Sin embargo,
no os desaniméis, porque grande es la misericordia del Padre Celestial con Sus
hijos pródigos, que sumisos y arrepentidos, vuelven suplicando perdón.
Venid, pues,
con sumisión y humildad a la presencia del Padre Celestial y suplicadle perdón
y Él os perdonará las ofensas que hayáis cometido en Su contra. Pues grande e infinito es el amor del Padre
Celestial para con sus hijos arrepentidos que piden perdón. Al Padre Celestial
lo conmueve vuestra humilde sumisión, vuestra súplica y el arrepentimiento con
que venís a Su presencia y acepta que paguéis vuestra deuda en sólo siete días
en vez de siete años en fatigosos trabajos forzados como esclavos, si pedís
perdón y demostráis sincero arrepentimiento al Padre Celestial, que os está
observando.
Y si pecamos
siete veces siete años, ¿también nos perdonará el Señor?, preguntó uno de los
enfermos.
Aun a estos
hijos, si están sinceramente arrepentidos, el Padre Celestial les perdona sus
pecados contraídos en siete veces siete años, acortándoles las penas, para que
las paguen en siete veces siete días.